Hasta parpadear me asusta puesto que ese acto puede traerte hasta mí.
Todo se quema y tu recuerdo sangra y arde y se esfuma con la nada, con el vacío, lugares que muy bien conocés ya que provenís de ellos.
Bendita soledad en la que me dejaste anclada, soledad anestesiada que me lleva a morderme la lengua, los labios, a gritar en silencio y a rasgar mi corazón con una lágrima por cada latido.
Vos ya no sabés ni siquiera a soledad, ojalá supieras a olvido, pero tu nombre se llama dolor y la espuma que sale por mis ojos parece sangre cuando ni aun mirando a un punto fijo consigo contener las ganas de verte en cada lugar.
El universo se complota en esta noche ya sin copas, sin velas, se apaga la última lámpara, la gente duerme como siempre y yo acá, suspendida en un halo frío, procurando odiarte aunque sea un poquito.
Te llevaste mucho, incluso la posibilidad de demostrarle a esos labios que alguna vez me encarcelaron, que podría llegar a olvidarte alguna vez.
Él quería quererme y yo no sé...quizás tuve miedo ante el calor de tus brazos, quizás suicidarme besando tantos labios fríos quemaron mi piel y mordisquearon mi alma. Hoy no soy la misma a quien le cerraste las puertas de la jaula, a la que intentaste empujar a la locura. Hoy ni sé por qué carajo te extraño, si no te merecés nada.
Sólo sé que necesito un abrazo y que maldigo el día en que viniste a llevarte TANTO...
Todo vuelve a la realidad aun cuando cada dejavú me incite a beber dos gotas más de veneno.
Tuya nunca más y suya tampoco, sentite feliz porque mataste toda ilusión.
...20años de NO SER...